jueves, 18 de octubre de 2007

Pequeños kick-off.

Eran tiempos difíciles. Se jugaba otro rugby. Con menos físico, con menos técnica, con menos estrategia, pero con más ganas, creo.
La intermedia del CUQ no tenía el nivel que con el tiempo fue adquiriendo.
Muchas veces abandonada de la mano del “cuerpo técnico”, se hacía lo que se podía, con lo que se tenía.
Había un wing, que suma una acción increíble al libro de Ripley:
Estábamos tan acostumbrados a jugar casi todo el partido en la mitad de nuestra cancha que cuando pasábamos la línea del medio casi no lo podíamos creer. Así pasó. De alguna manera ganamos la pelota y avanzamos con los backs, sorprendiendo a la línea contraria. La pelota le llega libre a este wing que corre un poquitito y pisando la línea de 25 yardas ( hoy 22 metros ), sin ningún adversario por el frente y en línea casi recta a los palos, en lugar de seguir y apoyar, se arma, deja caer la pelota con técnica y maestría y patea un drop. La pelota saluda a las haches por afuera y el país, consternado por el encandilamiento de nuestro wing, sigue al día de hoy sin entender la jugada.
Si el drop hubiera entrado, todavía...

Metamorfosis negativa

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